La construcción de un buen Plan de Desarrollo

 

Andrés F. Aristizàbal Marin
andres020@gmail.com 
Twitter: @andresrio22

No admite borrón y cuenta nueva.

El primer año de gobierno es conocido como el año de la planeación, el segundo y el tercero como el tiempo de ejecución y el cuarto de entrega o salida. Así las cosas cuatro años resultan demasiado poco para materializar los programas de gobierno y más aún los planes de desarrollo que, supuestamente, deben involucrar las propuestas de los diferentes sectores de la sociedad desde una visión compartida de desarrollo.

 

Cuando cambia un gobierno, no cambia con ello la obligatoriedad de una gestión con enfoque de derecho, en la que se vean reflejadas las más altas aspiraciones de la sociedad; es por esta razón que en el año de la planeación una legítima participación comunitaria es la que efectivamente, sin sesgos ni rivalidades políticas,  permitiría  establecer cuáles son los programas prioritarios a los que el nuevo gobernante debe dar continuidad, cuáles potenciar, cuáles ajustar y con cuáles innovar para seguir  proyectando el bienestar social.

Hoy, a escasos 30 días para que se agote  el plazo de sanción de  los planes de desarrollo de las entidades territoriales y locales, valdría la pena preguntar si son suficientes las dos o a veces  tres horas dedicadas a las denominadas mesas de trabajo, que en Rionegro se han implementado para la formulación del documento que orientará la gestión pública durante los próximos tres años y medio.

 

El plan de desarrollo es sin duda el instrumento que debe materializar la promesa de gobierno de los actuales mandatarios, engrandecida en el ejercicio de construcción colectiva de programas, planes y proyectos priorizados por las comunidades y sectores, en cumplimiento de las garantías promulgadas en la Constitución Política de Colombia.

Pero en la construcción de esta importante carta de navegación suelen surgir varias situaciones que, de no ser corregidas, podrían llevarnos a repetir historias de inadecuada planificación. Empezaría por llamar la atención en que, por falta de despliegue y divulgación, sin duda alguna la mayoría de rionegreros no hemos tenido la oportunidad de conocer los contenidos del Plan y mucho menos las agendas de trabajo para su construcción.

 

Pese a no conocer muy bien el documento borrador, que por transparencia y legitimidad debe ser público,  es preciso ser vigilantes de lograr un plan bien formulado, que establezca con claridad los efectos e impactos que se pretenden alcanzar,  que sea coherente con las competencias y recursos definidos tanto por la constitución como por la ley y  que garantice articulación entre el diagnóstico y los objetivos, programas y metas propuestas a las competencias y recursos.

Dentro de muchos otros aspectos que menciona la Ley 152 de 1994, está identificar, cuantificar y proponer acciones para solucionar problemas prioritarios, contener metas realizables que estén respaldadas con recursos;  garantizar inversión en los sectores principales como educación, salud, mortalidad infantil,  agua potable y saneamiento básico y definir indicadores y resultados que permitan evaluarlo.

 

Pero el enfoque de este artículo de opinión sobre un tema tan documentado, es señalar el especial énfasis que se debe hacer  en  la armonización con otros niveles de gobierno, con el Plan de Ordenamiento Territorial -POT y con las políticas públicas  sectoriales y poblacionales.

Esto es algo ignorado cada cuatrienio, casi siempre se produce un alzhéimer en quienes asumen la tarea,   desconociendo en tres escasos meses de formulación del plan, el esfuerzo de las comunidades, la participación e incidencia de las instituciones y  los grupos organizados en la construcción de políticas públicas durante varios meses y años.

 

En dos o tres horas de trabajo por mesas sectoriales,   no se alcanzan a recoger las expectativas de la ciudad para los próximos cuatro años, además porque son muchos los actores que hay por consultar y no logran participar. El llamado a los responsables de esta tarea, es que no  ignoren los caminos construidos, que recuerden que predominan las políticas de estado sobre las políticas  de gobierno y que en Rionegro existen planes a largo plazo en cuya formulación se invirtió tiempo y dinero público y que además hoy están adoptados como norma municipal.

Al asumir la gerencia de la ciudad, está inmersa la tarea de terminar la obra pública inconclusa, fortalecer los programas sociales, culturales y productivos que mostraron ser exitosos y beneficiosos para la ciudad. Esperemos que se encuentre razonabilidad  y humildad para reconocer que hay procesos que deben continuar, pero sobre todo que el fortalecimiento del control ciudadano siga tomando la fuerza impulsada en los últimos años, desde diferentes ámbitos: juveniles, culturales, ambientales, animalistas y las veedurías formales ayuden a preservar y potenciar  los avances de nuestra ciudad, estimulando la corrección de posibles errores, y, sin vacilación participando activamente en la construcción sostenible de un desarrollo de  Rionegro, el cual nunca se logrará haciendo “borrón y cuenta nueva”.  

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