Líder de víctimas del oriente antioqueño recibió en Medellín los restos de su hermano desaparecido

Mientras bebía una aromática, Freddy Morales, observaba la mesa donde estaba el cofre con los restos de su hermano, Libardo de Jesús Morales Clavijo, a quien buscó durante 10 años. A Libardo lo hallaron en San Carlos, oriente antioqueño, porque Freddy adelantó su propia investigación y construyó un mapa con la ubicación de la fosa.

Los restos fueron entregados en Medellín durante un acto realizado en el auditorio del Centro de Atención a Víctimas de la Fiscalía, donde nueve familias recibieron los restos de sus parientes, que habían desaparecido en diferentes regiones de Antioquia entre 1989 y 2003.

Los desaparecidos eran Pedro Antonio Velásquez Murillo, Juan de Dios Ramírez Correa, Jorge Macías, José Bernardo Zuluaga Arias, Edison Alexander Ospina Arcila, Alba Nora Caro Montoya, Luis Antonio Cárdenas Sabogal, Ovidio Hurtado Gutiérrez y Libardo de Jesús Morales Clavijo, quien desapareció en noviembre de 2002.

Después de tanta espera, la ansiedad contuvo a Fredy de parase hasta la mesa donde estaba el cofre para ver el retrato de su hermano. Pero otras personas si detallaron las fotografías como si escudriñaran recuerdos y trataran de memorizar cada rasgo de esos rostros que, durante años, aparecieron en sus sueños o en medio de las oraciones que le hicieron a dios para pedirle que les ayudara a encontrarlos.

La de Freddy fue una búsqueda agotadora, pero la parte más dolorosa fue esperar que le entregaran los restos, porque luego de ubicar el sitio donde estaba su hermano las autoridades tardaron más de dos años en exhumar el cadáver e identificarlo.

El dolor de saber donde está un familiar y no poder desenterrarlo

Libardo Zuluaga era oriundo del municipio de San Rafael y lo habrían matado los paramilitares en noviembre de 2002 durante una masacre en la vereda El Silencio de San Carlos, donde había comprado una finca cafetera en 1996. Allí fue asesinado junto a su compañera sentimental, dos sobrinos de ella y otros cinco campesinos de la zona, todos hallados en la misma fosa.

Con voz temblorosa, Freddy confiesa que se metió a investigar el crimen por su propia cuenta. Para eso entrevistó a varios campesinos de la vereda, quienes contaron lo que al parecer ocurrió.

“Esa investigación fue muy dolorosa. En este momento no lo tenemos muy claro, pero sabemos que por un lado estaba el bloque Héroes de Granada y por otro la guerrilla de las FARC. Supuestamente a la familia de mi hermano y a los otros cinco campesinos los mataron por ser colaboradores de la guerrilla”, relató Freddy.

Los cadáveres de las víctimas de esta masacre fueron exhumados en el 2010, luego de que Freddy le entregara a la Fiscalía un mapa del lugar en el que estaban las fosas comunes, a lo que se sumó un derecho de petición para exigir la exhumación e identificación de los restos.

“Antes había una impotencia muy grande. Había momentos en los que deseaba irme, sacar los restos y llevármelos para San Rafael; porque era el dolor mío y el de mi familia.” A pesar de ese deseo, Freddy era consciente de que si desenterraba a su hermano perdería derechos como víctima y la posibilidad de una reparación integral.

El impulso que nunca contuvo este joven, fue el de presionar a las autoridades para que agilizaran el proceso. En el 2006, como integrante del Movimiento de Víctimas en Oriente y de la Asociación  Provincial de Víctimas a Ciudadanos y Ciudadanas (APROVIACI), Freddy empezó a seguir de cerca el proceso de desaparición de su hermano.

“En el 2008 levanté un derecho de petición al CTI de la Fiscalía exigiéndoles que entraran a la vereda El Silencio de San Carlos para exhumar los restos de esas personas y que luego nos los entregaran. Allí se presentó información detallada, porque los familiares logramos ingresar a la zona en una comisión. Hicimos un mapa, excavamos y encontramos algunos restos. Esa información se la pasamos a la Fiscalía y ellos hicieron su trabajo, en noviembre de 2010”, relató Freddy.

Revictimización en los procesos duelo

En medio del dolor y, en ocasiones, con un sentimiento de rabia, Freddy comenzó a exigirles a los funcionarios de Justicia y Paz que le entregaran con urgencia los restos de su hermano, porque a su papá le descubrieron un cáncer desde el año 2011.

Esa situación aumentó la urgencia de la familia por darle sepultura a Libardo, uno de los mayores entre 11 hijos. Sin embargo, los gastos fúnebres se convirtieron en otro problema para la familia Morales Clavijo, porque no tenían dinero para cubrir los costos. Freddy afirma que la situación “fue difícil porque no tenían apoyo de la institucionalidad local.”

Cuando buscó apoyo para adelantar el sepelio de su hermano, Fredy se sintió revictimizado. Él piensa que no existen garantías para recuperar la dignidad de las víctimas y que no hay apoyo real de algunas administraciones municipales para ayudarlas con los procesos fúnebres, como lo contempla la Ley 1448.

Freddy pidió ayuda en la Alcaldía de San Rafael para conseguirle una bóveda a su hermano, la cual tenía un costo de 500 mil pesos. Después de casi una semana y de enviar un oficio de la Fiscalía, regresó a la administración municipal y logró un apoyo de 200 mil pesos.

“Es parte de ese proceso de revictimización que vivimos, porque casi que para ir donde el alcalde hay que llorar”, expresó Freddy quien reveló que la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía tampoco tenía suficientes recursos para ayudarles en algunos procesos.

Por fortuna Freddy ha encontrado apoyo en los movimientos de víctimas  y las organizaciones sociales. En la actualidad como vicepresidente de APROVIACI, siente que se ha recuperado y que logró avanzar en el proceso de sanación emocional, gracias al trabajo psicosocial y grupal que realiza en esa asociación.

Ahora que recibió los restos de su hermano Libardo, quien fue sepultado en el municipio de San Rafael, Fredy pasó de la impotencia a sentir un poco de tranquilidad; sin embargo asegura que no abandonará su trabajo con las víctimas, porque piensa que este país tiene una deuda social con ellas y debe reconocer sus historias para evitar que se repitan.

Vía ipc.org.co

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